Estimados pastores y servidores:
Saludos cordiales desde Tulancingo, Hidalgo. Pedimos al Señor que prospere a cada uno de ustedes y la obra que están realizando para Él. Que sean eficaces al compartir el Evangelio, al discipular, al servir y al establecer el Reino de Dios en cada lugar en donde se encuentran.
Una reflexión
En esta ocasión, me gustaría hacer una reflexión sobre la alabanza y la adoración dentro de la iglesia en este tiempo. A través de los últimos 50 años, la iglesia ha pasado por varias transiciones en su forma de alabar y adorar, de himnos a coritos, luego, con la revelación de la adoración del Tabernáculo de David, a grupos de alabanza y adoración con un enfoque en la adoración davídica (estilo de adoración de David a través de los Salmos y practicada dentro del Tabernáculo de David, Salmo 33:2-3), iniciando a finales de los años 1980. Los hermanos Bill y Gerda Brown fueron una clave para ayudar a establecer esta enseñanza y la implementación de tiempos de alabanza y adoración alegres en muchas iglesias locales.
Los estilos y tendencias siguen evolucionando, y hoy, hay muchos grupos y líderes de alabanza que producen música de calidad, la cual encontramos en Spotify, Apple Music, YouTube, etc. Hay iglesias grandes con ministerios completos de producción, algunas, con personal que trabaja de tiempo completo, produciendo los cultos, vídeos, transmisiones en vivo y grabaciones musicales para la bendición del Cuerpo de Cristo.
En todo esto, tengo una inquietud: ¿Qué tanto seguimos fomentando la alabanza y adoración congregacional, con las expresiones davídicas de adoración, enseñando a la iglesia a adorar a Dios en Espíritu y en verdad (Juan 4:23-24)? ¿O hemos transicionado a dar conciertos musicales en los cultos, llamándolos "tiempos de alabanza"?
¿Adoración del clero o del laico?
Por un momento, regresemos en el tiempo a los años 1500, durante la Reforma Protestante. Imagínate que toda tu vida, has asistido a una iglesia en donde sólo canta el clero, en un idioma que no conoces bien (el latín). Resuena el eco del sacerdote en todo el edificio, pero tú solo observas y escuchas, incapaz de participar, aunque anhelas hacerlo en lo profundo de tu corazón.
Toda la congregación observa lo que se hace frente a ellos, pero su participación personal es poca.
De repente, hay un "despertar" o reforma dentro de la iglesia, y los líderes comienzan a enseñar a la congregación que todo el pueblo debe cantar a Dios en alabanza. Ya no eres un observador, sino un participante en la alabanza dentro del culto.
De la Reforma hasta el día de hoy
Este movimiento ha ganado ímpetu a través de los últimos años, especialmente con un nuevo despertar en cuanto a la alabanza y adoración durante los años 1990-2000. Muchas iglesias aprendieron el valor de cantar coros sencillos de adoración. Muchos dejaron de utilizar un himnario y comenzaron a proyectar la letra de los coros con un retro-proyector (¿se acuerdan de esa reliquia, con los acetatos?) La congregación obtuvo la libertad de aplaudir alegremente, levantar las manos, danzar, postrarse, etc. ¡La adoración davídica se estaba manifestando dentro de las iglesias en muchas partes de México y otros países alrededor del mundo!
Sin embargo, he observado que en este último tiempo, ha habido un retroceso o tendencia en varias iglesias a devolver la adoración a un grupo selecto de músicos y cantantes. Es algo que posiblemente no admitiríamos abiertamente, pero poco a poco, está sucediendo sin que muchos se den cuenta.
Lo que ocurre en la plataforma, la habilidad musical de algunos pocos, el talento de unos con una voz privilegiada y bien entrenada, y melodías que hacen brillar a ciertos cantantes y músicos, han opacado el canto congregacional. Las luces, pantallas, efectos especiales y sonido fuerte llaman la atención del público, pero les puede llamar más como observadores en un concierto que como participantes en un tiempo de adoración.
Me parece que la alabanza y adoración están siendo devueltas a un grupo exclusivo, un nuevo "clero" (que algunos han llamado "levitas"). Después de todo, es más fácil pararnos a observar lo que pasa en la plataforma, que participar activamente nosotros mismos. Es más cómodo en lo natural escuchar a algunos tocar y cantar, y admirar su talento, que participar.
No alcanzamos los tonos, no podemos cantar como el que está en la plataforma; a veces la letra está muy complicada y no podemos aprender las melodías complejas. Estamos distraídos con las pantallas, las luces, los efectos especiales, el sonido, e impresionados por el talento de unos pocos. Y mientras, estamos relegando la responsabilidad de alabar y adorar a Dios, a otros.
¿Esto pasa en todas las iglesias? ¡No! ¿Es malo tener un grupo de alabanza profesional grande o con talento musical? ¡Por supuesto que no! ¿Son malas las luces, pantallas, etc.? Utilizadas de manera correcta, no.
Personalmente he recibido muchísimo de grupos de alabanza que tienen un nivel alto de talento y excelencia. Pero debemos tener cuidado de algunos aspectos que podrían transferir el ministerio de alabanza y adoración de la congregación a un grupo selecto. ¡Dios quiere un pueblo completo que le adore!
¿Cómo podemos devolver la responsabilidad de la alabanza y adoración a la congregación?
Recordemos el Salmo 100:1-2:
Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid a Jehová con alegría; Venid ante su presencia con regocijo.
Los líderes de alabanza, músicos y cantores son servidores, no artistas.
Su responsabilidad principal es guiar a la congregación en alabanza y adoración, no demostrar sus propios talentos y destreza en sus dones. La excelencia es importante, pero no a expensas de quitar la voz de la congregación.
La selección de música para la iglesia debe enfocarse en cantos y alabanzas congregacionales, no sólo cantos que están de moda.
Deben estar en un rango vocal fácil de cantar para la gente común.
Deben tener una letra basada en verdades bíblicas.
Deben enfocarse en exaltar a Cristo.
Deben tener un enfoque vertical (el pueblo hacia Dios, y Dios hacia su pueblo), más que un enfoque horizontal (animarnos los unos a los otros). Hay lugar para ambos tipos de cánticos, pero el mayor enfoque debe ser vertical.
Todo lo que se hace en la plataforma debe ser para involucrar al pueblo en adoración y relación con Dios, no reemplazar la participación del pueblo ni entretener a la gente.
Todo lo que hacemos debe ser para agradar a Dios, no complacer a la gente ni para llamar su atención.
Otras ideas:
Si normalmente dirigen la alabanza con una banda completa, considerar la posibilidad de dirigir solo con una guitarra o piano una vez al mes, para impulsar a la congregación a cantar y alabar, sin el respaldo "emocional" del grupo completo.
Bajar el volumen de la batería, guitarras eléctricas, y el volumen en general, para que se oiga más el cántico de la congregación, no sólo a los músicos.
Pastor, tú eres el ejemplo de cómo alabar y adorar. Si tú estás en la parte de atrás del auditorio y no participas activamente, puedes esperar lo mismo de la mayor parte de la congregación.
Utilizar la tecnología (pantallas, luces, sonido, luces, ambiente, etc.) para ayudar a la gente a participar, no para llamar su atención a algo fuera de la adoración genuina ni en formas que pueden distraer su atención de Cristo.
Enseñar sobre el cántico nuevo y utilizarlo en momentos clave dentro de la adoración. Impulsar a la congregación a cantar cántico nuevo SIN la ayuda del grupo de alabanza. Cantar en el espíritu, pero también con el entendimiento (1 Corintios 14:15).
Renovar el énfasis sobre las nueve formas davídicas de alabanza y adoración y enseñar sobre este tema; luego, practicarlas regularmente en los tiempos de alabanza.
Palabra final
Lo que he escrito no ha sido con el afán de criticar a nadie, sino de impulsarnos hacia una alabanza y adoración bíblica, en donde toda la iglesia participe en adoración a Dios. ¡Él es digno, no sólo de la alabanza de los músicos, sino de la alabanza y adoración del Cuerpo completo (Apocalipsis 5:11-12)!
Pongamos atención a estos principios básicos, pero tan importantes.
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; (1 Pedro 2:9, RV60)
Sinceramente,
Pastor David Lont
Equipo de Escuela Avanzada de Ministerio