Antes de ascender al cielo, estando Jesús en la montaña de Galilea, les participa un legado a sus amados discípulos; una instrucción final, misma que envuelve los aspectos necesarios para cumplirla, la visión global que está en Mateo 28:18-20 y que conocemos como: La Gran Comisión.

La declaración de Jesús no es solamente un mandato, sino que en ella también nos está mostrando los pasos que debemos seguir para desarrollar un discipulado que dé fruto como Él mismo lo previó. Veamos los pasos que guían este proceso.

EL PRIMERO CONSISTE EN DECIDIRSE A IR Y HACER DISCÍPULOS.

El Señor nos está indicando lo mismo que Él hizo cuando comenzó su ministerio, salió dispuesto a hacer discípulos, llamando a los escogidos ¡Ahora es nuestro tiempo! Tenemos que tomar la decisión de dejar nuestra comodidad como Él lo hizo y salir a buscar a todos aquellos que necesitan un encuentro con el Señor, ¡y vaya que los encontraremos!, si buscamos entre nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos, gente que está inmersa en sus actividades; aunque desesperanzados y abrumados por las graves preocupaciones de esta vida.

Hacer discípulos comienza cuando decides acercarte a todos aquellos que están a tu alrededor y les compartes las buenas nuevas de Jesús.

EL SEGUNDO CONSISTE EN CONECTARLOS CON LA IGLESIA.

Jesús nos ordena bautizar a los nuevos discípulos. Esto no solo significa una fiesta, sino un proceso que inicia con el testimonio al mundo de que su fe ahora está en Jesús y también los hace parte de la comunidad de creyentes, la Iglesia, donde comenzarán a nutrirse con la Palabra para crecer en la fe del Señor, y esto es precisamente a lo que se hace referencia en Hechos 2:41-42 cuando se bautizaron y se añadieron más de 3,000 personas. A partir de ahí perseveraban en la comunión unos con otros.

EL TERCERO ES CAPACITARLOS PARA CAMINAR CON DIOS.

Jesús dijo: "enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes". Este es un proceso continuo que en cierto sentido debe durar toda la vida, porque el discípulo debe ser capacitado y entrenado para vivir como creyente dentro de los mandamientos y doctrinas con las que es guiado dentro del cuerpo de Cristo del que ahora forma parte. Es claro que solo, no podrá guiarse dentro del camino apropiado.

EL CUARTO ESTÁ IMPLÍCITO EN EL MANDATO Y ES LA OBEDIENCIA.

El Señor menciona que los discípulos deben obedecer todo lo que Él ordenó, y en esto está incluido el que ellos también aprendan y obedezcan el "ir y hacer discípulos". La Iglesia jamás podría haber avanzado durante tantos siglos si no siguiéramos esta visión de Jesús, donde cada uno de nosotros no se queda en la fase de aprendizaje para siempre, sino que se transforma en un potencial "hacedor" de discípulos para que el evangelio avance y se multiplique. Es lo que nos dice El Señor en Juan 15:8: "Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son mis discípulos".

Lo anterior trae consigo una gran promesa que quedó plasmada en las Escrituras después de la gran comisión. Si nosotros hacemos nuestra la gran comisión y la convertimos en nuestra misión primordial, entonces Él nos asegura ¡que estará con nosotros para siempre hasta el fin del mundo!

Cuando tomamos la visión del Señor y vamos a hacer discípulos, Su presencia, Su gloria y Su poder estarán siempre con nosotros. Por tanto, hoy te invito a involucrarte de corazón en la obra del Señor yendo a hacer discípulos.