Durante las últimas semanas, he estado meditando en los milagros que Dios hizo por medio de Eliseo. Eliseo partió el río Jordán, purificó la fuente de agua de la ciudad de Jericó, sanó una sopa envenenada, profetizó el nacimiento de un bebé y resucitó al mismo niño más adelante. Aún después de morir, ¡Dios resucitó a un hombre cuando su cadáver tocó los huesos muertos de Eliseo! Su nombre significa “Jehová es salvación” y en muchas formas, Eliseo es un tipo de Cristo Jesús, la encarnación del Dios de salvación.
Hay una historia en particular que me ha llamado mucho la atención: El hacha flotante. Ocurre cuando los hijos de los profetas estaban construyendo un nuevo lugar para reunirse, y al cortar un árbol con hacha, uno de ellos perdió la cabeza de su hacha prestada, y ésta cayó al río y se hundió hasta el fondo del agua profunda. Eliseo escuchó acerca de lo que sucedió, cortó un palo, lo echó al río en el lugar en donde cayó, ¡y la cabeza de hierro sale a flote!
Te invito a leer conmigo:
pero mientras uno de ellos cortaba un árbol, la cabeza de su hacha cayó al río. —¡Ay, señor! —gritó—. ¡Era un hacha prestada! (2 Reyes 6:5, NTV)
Hice algunas preguntas al estudiar este pasaje. ¿Por qué estaba ocupando un hacha prestada? ¿Por qué se le cayó la cabeza de su hacha? ¿Qué representa el hacha? ¿Qué significa todo esto para nosotros?
¿Qué representa el hacha?
En el relato bíblico, el hacha es el instrumento que el joven estaba utilizando para construir un futuro lugar de reunión para los hijos de los profetas. En otras palabras, representa el instrumento para construir para su futuro.
¿Cuál es tu hacha? Podríamos concluir que tu hacha es lo que tú estás ocupando para construir tu futuro, el futuro de tu familia y el futuro de tu iglesia. Tu hacha es tu habilidad de predicar la Palabra, tu habilidad de tener un matrimonio sólido, tu administración de las finanzas para construir tu futuro, las habilidades que utilizas para construir tu negocio o ejercer tu carrera u oficio. La cabeza de tu hacha incluye tus capacidades, tus sueños, tus metas y tus propósitos.
Cuando este joven profeta perdió la cabeza de su hacha, perdió la esperanza de seguir edificando para el futuro. Peor aún, su hacha no era suya; era prestada. ¿Estamos laborando con nuestra propia hacha, o también con un hacha prestada?
¿Por qué se perdió la cabeza del hacha?
Aunque las Escrituras no nos dicen exactamente cómo ocurrió, he pensado en las siguientes posibilidades:
Quizá no estaba bien fijada al mango. La cabeza del hacha es la parte más valiosa. El mango es simplemente un palo de madera, pero la cabeza es de hierro forjado. Podemos perder nuestra visión y propósito en la vida cuando no nos fijamos bien en las cosas más valiosas que tenemos:
- Nuestra relación con Dios
- Nuestro matrimonio
- Nuestros hijos
- La iglesia que está bajo nuestro cargo
- Nuestro patrimonio, empresa
Quizá el mango estaba desgastado y ya no embonaba bien. El mango de madera se desgasta con la fricción de cada golpe cuando no embona bien al hierro. Con el tiempo, podemos permitir que se desgaste nuestra visión por la vida, por el matrimonio, por el ministerio, por lograr nuestras metas, y ya no embonamos bien a ellos. Estas áreas se nos pueden caer si no tenemos cuidado y permitimos el desgaste espiritual, emocional y físico.
Quizá no tenía filo. Cuando el hacha no tiene filo, hay que golpear la madera con mayor fuerza. Terminamos abusando del mismo instrumento que nos está ayudando a lograr nuestras metas.
El libro de Eclesiastés nos habla de esto:
Si se usa un hacha sin filo hay que hacer doble esfuerzo, por lo tanto, afila la hoja. Ahí está el valor de la sabiduría: ayuda a tener éxito. (Eclesiastés 10:10, NTV)
Por falta de sabiduría, nosotros podemos terminar trabajando más duro en vez de trabajar de forma más inteligente. El hacha sin filo eventualmente cortará un tronco, pero el trabajo es mucho más duro, y además, estamos en peligro de arruinar algo en el proceso y posiblemente lastimar a alguien. (¿Recuerdas lo que la Biblia menciona acerca de la persona que pierde la cabeza de su hacha y accidentalmente mata a alguien en el proceso?)
Afila tu hacha.
¿Cómo puedes afilar tu hacha? Tomando el tiempo para invertir en lo que es realmente importante para construir para tu futuro.
- Invierte en tu relación personal con Dios. No solo eres llamado a predicar, sino a alimentarte de manera personal. El ministerio debe fluir de la abundancia de tu propia experiencia con Dios. Temo que muchos sostienen su relación personal con Dios por medio de ejercer un ministerio. Esto no dará los resultados deseados.
- Invierte en relaciones importantes. Invierte tiempo, dinero y esfuerzo en las relaciones que impulsarán tu futuro, por ejemplo, en tu matrimonio, tus hijos, amigos y otras personas clave en tu vida.
- Invierte en tu preparación ministerial y profesional. Lee unos buenos libros, escucha podcasts de personas que te inspiran, toma clases, asiste a seminarios (por ejemplo, Escuela Avanzada).
- Busca trabajar de forma más inteligente y no necesariamente más duro. (Tenemos que aprender a delegar.)
- Invierte tu tiempo sabiamente.
¿Has perdido la cabeza? (de tu hacha)
Si has perdido la cabeza de tu hacha, hay posibilidades de recuperarla. Contamos con nuestro “Jehová es Salvación”, quien escucha nuestro clamor por ayuda. Hay una similitud entre lo que hizo Eliseo, al echar un palo de madera al agua, y Jesucristo, quien entregó su vida en un madero. Si hoy la cabeza de tu hacha se ha hundido al fondo del río, la cruz de Cristo puede hacer que salga a flote. Una vez que la has encontrado, agárrala, repara tu hacha con la ayuda del Espíritu Santo, y sigue adelante con la edificación de la casa.
Quizá esa casa que tú estás edificando sea tu familia, tu negocio, tu iglesia, o tu ministerio. Necesitas afilar tu hacha y cuidarla, para que puedas construir para el futuro con la ayuda del Espíritu Santo.
Oración
“Padre, te pido en el nombre de Jesús, por aquellos que han leído hasta aquí y han entendido que la cabeza de su hacha se ha perdido. Te pido que por la obra de la cruz de Cristo, hagas flotar en la superficie sus propósitos, visiones, sueños y anhelos. Ayúdale hoy a tomar esa hacha, a repararla, y a utilizarla de forma sabia para construir para su futuro, para la edificación de su casa, su familia, y su iglesia. En el nombre de Jesús, amén.”