La grandeza del servicio
"José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquía un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es."
San Mateo 1:19-20 RVR1960
Amados hermanos, es un gusto poder saludarles a nombre de todo el equipo de Escuela Avanzada de Ministerio.
El regalo más grande de la humanidad
Estamos en tiempos navideños, un momento para recordar la bendición más grande que ha tenido la humanidad, y esto es el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo. Un tiempo maravilloso que se celebra en todas las naciones. Algunos creen y otros no, unos la celebran y otros no; en realidad, esa no es la parte importante. La parte importante es saber que en algún momento de la historia, el Señor se hizo carne y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, como bien lo declara Juan en su evangelio.
Pero en esta ocasión ha llamado la atención este pasaje que estoy compartiendo con todos ustedes y que nos involucra directamente, porque todos y cada uno de nosotros somos servidores del Señor. Mucho hablamos en esta temporada de los personajes centrales de los eventos que estamos mencionando, y la verdad es que olvidamos algunos otros que fueron relevantes en toda la trama para poder completar el plan divino, y esto es José, el esposo de María.
José: un hombre justo
José fue una persona muy interesante. Lo primero que se menciona de él es que era un hombre justo. ¡Qué declaración tan poderosa! Porque así lo declaran las Escrituras: catalogan a José como un hombre justo, esto quiere decir, un hombre aprobado por Dios.
Posiblemente no nos habíamos dado cuenta de esto, pero la aprobación de parte del Señor es una de las primeras características de los hombres que vamos a servir a Dios. Por supuesto que sabemos que tenemos que ser buen testimonio de los de adentro y los de afuera —así lo declaran las listas bíblicas de requisitos para los que vamos a servir al Señor—, pero quiero llamar tu atención, porque en esta porción no son los hombres los que dan testimonio de José, sino el Señor mismo lo declara como un hombre justo.
Creo que esto es lo que debe importarnos más: qué piensa Dios de nosotros, cuál es la opinión que él tiene de nosotros. Lo que los demás piensan de nosotros puede ser relativo, pero lo que Dios declara de nosotros es fundamental, porque en ello viene la aprobación del Padre para ser un servidor de él. Ojalá que cada uno de nosotros podamos pensar en pararnos delante de Dios como hombres justos, que no tenemos de qué avergonzarnos en su presencia.
El precio del servicio
Lo segundo es el precio que alguien tiene que pagar para poder servir al Señor. Dice aquí la Escritura que José pretendió dejar a María cuando encontró que estaba embarazada. Lo primero que viene a mi mente es: ¿qué hubiéramos hecho cualquiera de nosotros al tener una situación de esta naturaleza? Descubrir que la persona con la que nos vamos a casar está embarazada, toda la ilusión de la luna de miel ha terminado, y luego, ¿de quién es el hijo que está en ese vientre?
Pero la actitud de este hombre justo escogido por Dios para esta tarea —dice la Escritura— es que pretendió dejarla calladamente. Hasta en eso vemos la actitud de este hombre que no quiere infamarla; es la palabra que usa, esto es, quitarle su honra, quitar su estima. Esto habla del amor que José tenía por María y que su relación no estaba basada en tradiciones o en arreglos familiares, sino en alguien que la amaba, pero que ahora está en esa condición.
Ya sabemos que uno de los requisitos que se nos demanda como servidores de Dios es amar a nuestra esposa y tener a nuestra familia en orden, de tal manera que el nombre de Dios no sea blasfemado por causa nuestra al tener familias quebrantadas o situaciones difíciles en el hogar.
La sensibilidad para escuchar al Señor
Lo tercero que veo en este pasaje es la sensibilidad para escuchar al Señor. Ciertamente aquí hay una visión muy clara y muy fuerte con la aparición de un ángel dialogando con José, pero por igual esto habla de la capacidad de José de poder tener un encuentro con Dios y discernir que la presencia de este ángel es enviado por el Padre celestial. Una vez más tenemos algo en lo cual debemos poner atención, y esto es la gran capacidad de percibir la voz de Dios, de trabajar en aquello que es la voluntad de Dios para nosotros.
La obediencia y el cuidado de la encomienda
Y cuarto, dice aquí el pasaje que el ángel le dio instrucción a José de cuidar de María y del fruto de su vientre. Más adelante, cuando ya ha nacido Jesús, una vez más el ángel se presenta y le da instrucciones de irse a Egipto porque el niño corre peligro, y José, sin más ni más, toma a María y al niño y se van a Egipto. Esto quiere decir que aquella obra, que aquel trabajo, que aquella encomienda que hemos recibido de parte del Señor, debe ser cuidada en todos los aspectos y debe ser guiada hasta cumplir con su propósito.
También nos dice que debemos movernos en la dirección que el Señor indica. Nunca olvido Juan 3:8: "El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, mas ni sabes de dónde viene ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu". El Señor nos tomará y nos enviará a donde él quiere. Tengo esta declaración para el trabajo que el Padre celestial nos ha encomendado: no vamos donde queremos, vamos donde el Señor nos envía.
El verdadero servicio: señalar a Cristo
¿Qué pasó con José después de todo esto? La Escritura no habla más de él; de hecho, no podríamos determinar qué sucedió con él, porque ciertamente hay muchas tradiciones, pero no tenemos datos históricos precisos. Así que José cumplió con su ministerio plenamente y después de eso desapareció de la escena para que todos los ojos estén puestos en Jesús, el autor y consumador de la salvación eterna de nuestras almas.
Un buen servidor del Señor hace eso: lleva las almas a los pies de Cristo y hace que las personas solamente lo miren a él. Que el Señor nos guarde de querer tomar un poco de gloria para nosotros. Hagamos el trabajo con gusto, con alegría y todo para la gloria de Dios.
Recuerdo muy bien las palabras de nuestro pastor y apóstol Bill Brown. Cuando era un ministro joven, él se acercó y me dijo: "Pastor Jacobo, no olvide que usted y yo solo somos los eunucos del Señor; somos llamados a cuidar a la novia para presentarla a su esposo plena, radiante, madura y lista para su encuentro con él". Así que, mis amados hermanos y amigos, tomemos la lección de José y escuchemos el consejo, de tal manera que seamos buenos servidores del Señor.
Bendiciones y próximos eventos
Deseamos para todos y cada uno de ustedes una Navidad llena de unidad y amor, y un 2026 realmente nuevo. Será para nosotros un gran gozo encontrarnos en nuestro próximo seminario de Escuela Avanzada de Ministerio, que se llevará a cabo del 26 al 29 de enero de este próximo 2026. Nuestro tema tiene que ver totalmente con la palabra profética y hemos preparado equipos proféticos que estarán ministrando en varias ocasiones durante todo el seminario, esperando que nuestro buen Padre celestial tenga a bien bendecirnos con una palabra que nos aliente y nos ministre para seguir adelante, sirviéndole con alegría y con gozo, llamando las almas al arrepentimiento y a la salvación eterna que nuestro Dios ha preparado para todos aquellos que ponen su fe en Jesús.
Bendiciones.
Pastor Jacobo Mondragón Aroche
