Cuando se trata de la guerra espiritual, por lo general nos topamos con uno de dos extremos: aquellos que la ignoran y aquellos que la encuentran en todos lados. La guerra espiritual es una realidad que experimentamos como humanos. Después de todo, somos seres espirituales al igual que emocionales y físicos. Dios es un ser espiritual y Satanás también lo es. No podemos ignorar este tema como creyentes si es que queremos estar equipados y listos. Pero tampoco debemos ser llevados a los extremos. ¿Cómo podemos tener un punto de vista sano, bíblico y balanceado sobre este tema? Veamos ambos extremos y después examinemos lo que dice la Biblia.
Los que ignoran la guerra espiritual
Es curioso pensarlo, pero hoy en día el mundo espiritual es ignorado, especialmente en el mundo occidental. Mientras que otros países están muy despiertos a esta realidad espiritual gracias a creencias como el budismo, vudú, la práctica de la hechicería, la gran cantidad de brujos, etc. esto es algo que la sociedad moderna puede ignorar en gran parte. Muchos dirían que la espiritualidad no es relevante para ellos. Incluso, hay cristianos que dirían que el mundo espiritual no los afecta e ignoran esta realidad por completo, ya que son hijos de Dios y tienen su seguridad garantizada. Debemos reconocer que el mundo espiritual es una realidad y como hijos de Dios no podemos permanecer ignorantes sobre este tema. La Biblia nos advierte que la falta de conocimiento lleva a la destrucción.
Oseas 4:6 (RV60): Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento...
Pueden haber peligros por ignorar el mundo espiritual. Si somos completamente ignorantes de la realidad espiritual no estaremos equipados correctamente como creyentes.
1 Pedro 5:8 (RV60): Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;
Debemos tener discernimiento espiritual y reconocer que 1) el mundo espiritual es una realidad, y 2) debemos saber cómo enfrentarnos a él. Cabe notar que somos espíritu, alma y cuerpo, y debemos aprender a identificar en qué nivel se encuentra la batalla. La batalla que estás enfrentando es: ¿una guerra espiritual? ¿una guerra física? ¿una guerra emocional? Puede que la batalla se encuentre en uno o más de estos niveles.
1 Juan 4:1 (RV60): Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.
¡Verdaderamente necesitamos del Espíritu Santo y discernimiento espiritual en nuestras vidas!
Los que exageran la guerra espiritual
Del otro lado tenemos a aquellos que exageran o enfatizan demasiado el tema de la guerra espiritual. Hay creyentes que pasan más tiempo buscando al diablo que a Dios. Hay aquellos que buscarán señales de actividad demoníaca en todo (por ejemplo, está nublado y lluvioso el domingo por la mañana. De seguro el clima proviene de parte de Satanás para que la gente no vaya a la iglesia.) y pasarán sus tiempos de oración reprendiendo todas las obras del enemigo que se les vengan a la mente. Incluso, ha habido creyentes que han ido a la cima de una montaña o rentado un avión privado para luchar contra los espíritus inmundos en los lugares celestiales. Debemos reconocer que sí, hay tal cosa como la guerra espiritual, y puede que en nuestro caminar como creyentes nos enfrentemos a esto, pero el hecho de que la guerra espiritual sea una realidad no significa que todo lo malo o negativo que suceda en la vida sea un ataque de parte del enemigo.
Hay que recordar que nuestro ministerio es hacia Dios y nuestra tarea como discípulos de Cristo es seguir a Jesús y Su Espíritu, no al diablo. Estudiamos la Palabra de Dios, no las obras del enemigo. Al estudiar las obras de Dios y Su Palabra, estaremos más que equipados para reconocer al enemigo si es que llega a ponerse en nuestro camino.
La Biblia y la guerra espiritual
Debemos comprender algunas cosas. Primero, cuando se trata de la guerra espiritual, no luchamos de manera terrenal. Si la guerra se encuentra en el mundo espiritual, debemos aprender a batallar desde ese nivel espiritual.
2 Corintios 10:4 (RV60): porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,
Segundo, la guerra espiritual nunca es contra una persona, un movimiento, o una facción política. No luchamos contra carne ni hueso, luchamos contra potestades y principados.
Efesios 6:12 (RV60): Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Tercero, ya estamos sentados en lugares celestiales junto con Cristo. Luego intentamos luchar desde una posición terrenal cuando la realidad es que tenemos poder y autoridad, y estamos junto con Cristo en cualquier batalla espiritual que se levante en nuestra contra. No debemos hacer obras físicas para luchar desde nuestra posición celestial. Nuestro cuerpo y alma están aquí en la tierra, pero espiritualmente estamos sentados en un lugar de autoridad con Cristo.
Efesios 2:6 (RV60): y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,
Cuarto, tenemos autoridad como hijos de Dios. Cuando exageramos o enfatizamos demasiado el tema de la guerra espiritual podemos caer en un extremo. En vez de ser personas que usan su posición en un lugar celestial junto a Cristo para traer el Reino de Dios aquí a la tierra, terminamos golpeando nuestra cabeza contra las obras del enemigo y perdemos nuestra autoridad como hijos de Dios. Es esencial recordar que el enemigo no tienen ninguna autoridad sobre nosotros al menos que se la entreguemos. ¿El enemigo sigue teniendo poder? Sí. ¿Tiene autoridad para usar ese poder contra nosotros? No.
Mateo 28:18 (NVI): Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: --Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra.
Quinto, hay batallas espirituales que nos corresponde a nosotros luchar y hay otras que le corresponden a Dios. ¿Cómo sabemos cuál batalla es nuestra? ¡Debemos consultar a Dios! Puede que haya alguna batalla espiritual que estemos luchando y sentimos que no avanzamos porque Dios es quien quiere pelear esa batalla por nosotros. O puede que la batalla esté de nuestro lado y con la ayuda de Dios nosotros debemos lucharla. Nuevamente, ¡necesitamos discernimiento!
Judas 1:9 (RV60): Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda.
Y por último, hay que aprender a discernir entre un ataque espiritual y una lucha personal. Lo vuelvo a decir, la batalla se puede encontrar en el mundo espiritual, emocional, o físico. Puede que te duela la cabeza. ¿Cuál es tu reacción? ¿Inmediatamente reprendes a Satanás? Mientras que creo que hay ocasiones en que las luchas espirituales nos pueden afectar emocional y físicamente, no todo es una batalla espiritual. ¿Has comido bien, descansado, y dormido las horas adecuadas? Puede que tu guerra espiritual no sea más que una pobre dieta. Ora que Dios sane tu cabeza, no descuides tu vida devocional, come bien, haz ejercicio y duerme bien.
1 Reyes 19:5-7 (RV60): Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come. Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse. Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta.
Mi oración es que Dios te llene de Su Espíritu para que tengas discernimiento espiritual. Que la paz de Dios llene tu mente y corazón y que puedas escuchar la voz de Dios de una manera clara y concisa. Oro que entres a una nueva conciencia de tu posición como hijo de Dios sentado junto con Cristo en los lugares celestiales. ¡Que el Dios de esperanza te llene de todo gozo y paz para que abundes de esperanza por medio del poder del Espíritu Santo! (Romanos 15:3)
Efesios 6:10-18 (NVI): Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor. Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza. Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, protegidos por la coraza de justicia, y calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz. Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno. Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. Oren en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos. Manténganse alerta y perseveren en oración por todos los santos.