Pastores y Líderes de EAM:
¡Qué año hemos tenido hasta ahora!
No sabíamos cuánto tiempo duraría la pandemia, ¿Lo sabemos ahora? Hay preguntas que no tienen respuesta por más que intentemos darles respuesta. Sí, podríamos ignorar la situación que nos rodea, esa es una solución. Pero, ¿qué es lo que busca Dios de nosotros? Sí, Dios nos busca. Lo ha hecho desde el principio, desde que el primer Adán se escondió en el huerto del Edén y hasta después de que el segundo Adán se levantara de la tumba para darnos salvación, Dios nos sigue buscando. ¿Qué es lo que busca? Nuestra fe, absolutamente. Creer cuando nadie más puede creer que Dios busca verdaderos adoradores que le busquen en espíritu y en verdad. Busca a sus hijos, no en cuatro paredes que pueden ser clausuradas, cerradas o derribadas. Dios busca verdaderos adoradores que le busquen también cuando todo parece estar de mal en peor.
¿Estamos de mal en peor? Cada vez más tristes, cada vez más aislados… Anhelando los tiempos que tuvimos y que parece que ya no tendremos. Me hace recordar constantemente las escrituras cuando hablan del pueblo de Israel en el exilio. Ellos ANHELABAN los higos, la leche y el vino. Anhelaban los cantos y la presencia de Dios con ellos. Allí en el exilio, ellos dejaron de sentir la presencia de Dios y por ellos dejaron de cantar. ¿Dios nos ha abandonado? Puede sentirse así a veces, pero Dios nos prometió estar allí siempre para nosotros. Por eso levantó profetas y les pidió que profetizaran, por eso levantó cantores y les pidió que cantaran, por eso hizo pregonar el año de la buena voluntad para anunciar la libertad de los cautivos aún cuando las cadenas estaban en las manos de sus hijos.
No cantamos porque somos libres, hermanos. Cantamos porque alguna vez fuimos esclavos. Fuimos ciegos y ahora podemos ver.
Cantamos canciones porque estamos tristes por aquellos que ya no pueden cantar. Porque antes fuimos esclavos y ahora somos libres. Por eso cantamos canciones y vivimos, quizá no como queremos pero sí como podemos, y en el Señor podemos mucho… Ése es su amor para con nosotros. El amor de Dios es más grande que nuestras dudas, más grande que nuestro pecado y aún es más grande que nuestras situaciones. El amor de Dios es tan grande que no dudó en entregar a su único Hijo en rescate por muchos, ¡Cómo quisiéramos que el rescate fuera por todos! Anhelamos que la gente que ya murió no haya muerto, que no hubieran enfermado, que aún estén con nosotros y que vivieran lo que nosotros aún estamos por vivir. Pero aún sin todos ellos, los llamados a la presencia de Dios y los extraviados de su gracia, el amor de Dios es más grande, más grande que todas nuestras dudas.
Animémonos, entendiendo que el tiempo es breve y que la vida es muestra de ello. Somos flores en el jardín de Dios, y Dios tiene cuidado de todos. Somos frágiles, delicados y sobre todo efímeros, pero hermosos a los ojos de nuestro Creador. Animémonos a vivir y a trabajar, encontremos satisfacción en el fruto de nuestro trabajo y en la ofrenda de nuestras manos, porque así somos más y más parecidos al plan que Dios tenía para nosotros.
¿Podemos ser agradecidos por no tener lo que queremos? Es cuando MÁS debemos agradecer por lo que sí tenemos. Dios no nos deja bajo ninguna circunstancia, incluso si tenemos aflicción en el mundo, no es algo de lo que debemos preocuparnos. Él ya ha vencido al mundo. Agradezcamos por nuestra familia, por nuestra iglesia, por nuestros padecimientos y malestares, porque nada de lo que vemos es eterno, pero tenemos la promesa de que cuando cerremos nuestros ojos terrenales y nos despidamos de este mundo, abriremos nuestros ojos en una tierra que no necesita de luz de día, porque la presencia de Dios siempre será suficiente para iluminar nuestra eternidad. Así que seamos agradecidos, hermanos. Y digamos a toda voz: Tómalo todo Señor, somos tuyos. Pero quédate cerca de nosotros.
Quédate con nosotros, Señor Jesús.
Con amor y cariño,
Homero y Magaly Ríos