Ha sido una creencia y práctica popular que las mujeres no pueden participar en el ministerio. Pero, ¿qué dice realmente la Biblia sobre este tema? ¿Cuál es el corazón de Dios sobre las mujeres y el ministerio?
La creación del hombre y de la mujer
El diseño original de Dios para los hombres y mujeres es que tengan un valor por igual. De hecho, Eva fue creada del costado de Adán. (Génesis 2:22) Dios los creó como compañeros, no como competidores. El diseño de Dios para Adán y Eva era que gobernaran juntos la tierra como rey y reina. Uno no era más grande que el otro. Fueron creados para reinar juntos y servirse el uno al otro sin que ninguno se enseñoreara sobre el otro. Ellos fueron diseñados para tener la misma importancia pero roles distintos.
La caída y el pecado cambiaron todo esto (Génesis 3:16). Ahora, en vez de tener una relación igual, el pecado causó que la posición de la mujer fuera inferior. Sin embargo, esto nunca fue el diseño original ni la intención de Dios. Dios quería que ambas partes fueran poderosas.
Contexto Bíblico
Es esencial comprender el contexto Bíblico. En la cultura judía, las mujeres eran vistas como ciudadanas de una clase inferior. No eran educadas ni valoradas. Una mujer no podía hablar con un hombre fuera de su casa a menos que éste fuera su marido. Si lo hacía, podía ser visto como prueba de una relación ilícita. Una mujer ni siquiera podía abrir ella misma la puerta, por el motivo ya mencionado. Las mujeres eran consideradas una propiedad y pertenecían a su padre o, más tarde, a su marido. No tenían libertad de expresión, ni derechos personales, y su único trabajo era ser amas de casa y criar a sus hijos.
Esto cambia nuestra manera de ver la interacción de Jesús con las mujeres. Era culturalmente prohibido hacer muchas cosas que Jesús hacía. Él habló con mujeres, incluso con una mujer samaritana, y Él enseñó a mujeres, (María a los pies de Jesús aprendiendo mientras Marta trabajaba). En todas sus interacciones, Jesús estaba restaurando el valor y la importancia de las mujeres.
Jesús restaura el valor y la importancia de las mujeres
Durante su vida terrenal, Jesús inició la restauración de la mujer a su posición original. Él veía, amaba, y valoraba a todas las mujeres, incluso cuando iba en contra de la corriente cultural. Una mujer recibió la promesa del Mesías. Una mujer profetizó sobre Jesús cuando Él todavía era un bebé (Lucas 2:36-38). Una mujer ungió a Jesús (Juan 12:1-3). Una mujer fue la primera en ver a Jesús después de su resurrección (Juan 20:11-18). Una mujer se convirtió en la primera evangelista (Juan 4:28-30, 39-42). Jesús contó muchas parábolas con mujeres como el personaje principal (Lucas 15:8-10, Lucas 18:1-8). La muerte y resurrección de Cristo hicieron esta restauración posible. En los ojos de Jesús, las mujeres no eran inferiores, eran únicas y capaces de ser usadas por Él en cualquier capacidad.
Las mujeres y el ministerio
Habiendo entendido todo esto, regresemos al punto. ¿Qué nos hace pensar que las mujeres no puedan ser parte del ministerio? ¿Qué nos hace pensar que las mujeres no puedan ser profetas, apóstoles, evangelistas, pastoras, o maestras? ¿Dónde encontramos esto en la Biblia?
Es importante recalcar un punto esencial: El Espíritu Santo descendió sobre todos, hombres y mujeres.
Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán sueños; 18 Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. – Hechos 2:17-18
El Espíritu Santo descendió sobre los hombres y las mujeres, así que las mujeres también pueden operar en los dones.
- La mujer samaritana se convirtió en evangelista. (Juan 4:28-30, 39-42)
- Las cuatro hijas de Felipe profetizaban. (Hechos 21:8-9)
- Junias fue una apóstol. (Romanos 16:7) Este versículo la nombra entre los apóstoles.
- Priscila fue una maestra y colaboradora de Pablo. (Hechos 18:26; Romanos 16:3)
- Febe fue una diaconisa. (Romanos 16:1-2) No solo tenía un rol activo en la iglesia, sino fue confiada con llevarle a los Romanos la carta de Pablo.
Basta con leer Romanos 16 para darnos cuenta que las mujeres eran una parte activa del ministerio y eran valoradas por lo que aportaban al cuerpo de Cristo. Durante todo el libro de los Hechos, vemos el gran rol que las mujeres tuvieron en edificar la iglesia y los creyentes.
Dios ha puesto gran valor en restaurar la posición de las mujeres en la sociedad. Como ya mencionamos, su plan es que los hombres y las mujeres trabajen juntos sin que unos se enseñoreen sobre otros. Los hombres deben de amar, respetar, honrar y equipar a las mujeres, así como las mujeres deben amar, respetar, honrar y equipar a los hombres. Creemos firmemente que ambos son esenciales para la edificación de la iglesia, la cual es el cuerpo de Cristo. Si Dios ha dado poder a las mujeres y las ha restaurado a un lugar de valor, honor e influencia, ¿por qué deberíamos como iglesia impedirles alcanzar su pleno potencial en Cristo?