"No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos." Gálatas 6:9
A veces sentimos que nuestro esfuerzo por hacer el bien no tiene resultados. Tratamos de ser amables, de ayudar a otros, de orar por nuestra familia, servir en el ministerio, pero parece que nada cambia. Esto puede desanimarnos y hacernos pensar: ¿Vale la pena seguir adelante?
Pero Dios nos anima en su Palabra: No te canses de hacer el bien. Sigue sembrando, porque la cosecha llegará en el momento perfecto.
1. Sigue haciendo el bien, aunque no veas resultados de inmediato
En la vida cristiana, sembramos muchas semillas: oramos, ayudamos a otros, mostramos amor, trabajamos con integridad. Pero muchas veces no vemos fruto enseguida, y eso puede ser frustrante.
Dios nos promete que si seguimos sembrando, cosecharemos en su tiempo. Aunque hoy no veas los resultados, sigue confiando en que Dios está obrando.
2. Responde con amor, incluso cuando te traten mal
Aquí entra Proverbios 15:1. Es fácil ser bueno con quien nos trata bien, pero el verdadero desafío es mantener una actitud correcta cuando enfrentamos rechazo o injusticia.
Cuando hacemos el bien, incluso en medio de la oposición, reflejamos a Cristo. Nuestra paciencia y amor pueden ser una herramienta poderosa para transformar vidas.
3. Dios traerá la cosecha en su tiempo
Todo lo que hacemos en obediencia a Dios tiene un propósito. A veces queremos ver respuestas rápidas, pero Dios obra en su tiempo perfecto.
Igual que un agricultor siembra semillas, pero no ve el fruto de inmediato. Si se rinde y deja de cuidar la tierra, nunca cosechará. Pero si es paciente y sigue trabajando, en su debido tiempo verá el fruto de su esfuerzo.
Lo mismo pasa con nuestra vida cristiana. Dios nos llama a seguir sembrando en fe, porque la cosecha llegará en el momento justo.
4. No te canses de compartir el evangelio
Una de las mejores formas de hacer el bien es compartir el amor de Cristo con otros. Muchas veces podemos sentirnos desanimados porque las personas no responden de inmediato al evangelio, pero no debemos rendirnos.
Cada palabra de aliento, cada testimonio y cada invitación es una semilla en el corazón de alguien. Aunque no veas resultados inmediatos, sigue compartiendo el mensaje de salvación.
Con cariño,
Paulina Mondragón