Siete Secretos

Existen hombres simples que han ganado más almas para Cristo que predicadores con doctorados. La diferencia no está en la elocuencia ni en los recursos, sino en entender y aplicar los principios que Dios mismo estableció en su palabra. Siete principios que revolucionaron su ministerio:

1. El amor genuino por las almas perdidas

Sin amor por las almas, todo esfuerzo se convierte en una actividad religiosa, por lo que este principio es fundamental. 2 Corintios 5:14 Cuando comprendes el amor que Cristo tuvo por ti cuando estabas perdido, puedes sentir ese amor por la humanidad.

El amor genuino se manifiesta de manera práctica; cuando ves a las personas como Dios las ve, tu manera de hablarles es distinta. Este amor se cultiva orando específica e intencionalmente por ellos; cuando lo haces, comienzas a amarles.

2. La dependencia total del Espíritu Santo

Comprender que el evangelismo efectivo es imposible sin Él. Depender completamente de Él. Juan 16:8 El Espíritu Santo es el que convence, no nosotros.

Cuando dependes de tu esfuerzo, es distinto a cuando el Espíritu Santo está actuando en ti, pues las personas se convierten de todo su corazón. Ésta se cultiva a través de la oración constante y la búsqueda de su presencia; necesitas reconocer su poder y ser totalmente dependiente de Él. Sé obediente, compartiendo la verdad en amor y recordando que Dios está en control.

3. La simplicidad del mensaje del evangelio

Muchos fracasan porque complican el mensaje de Jesús, mientras su poder está en su simplicidad. Pablo nos recordó en 1 Corintios 2:4 que su predicación no fue con palabras persuasivas sino con el poder del Espíritu Santo.

El mensaje de la iglesia primitiva era tan simple que un niño lo podía entender: todos somos pecadores, Cristo murió por nuestros pecados, resucitó al tercer día, y todo aquel que cree en Él tiene vida eterna. La tentación del predicador constantemente es impresionar a la gente con argumentos intelectuales sofisticados, pero la gente necesita comprender tres cosas fundamentales:

1. Su condición de pecador
2. La provisión de Dios en Cristo
3. La necesidad de una respuesta personal en fe

Esta simplicidad no significa superficialidad sino claridad; usa palabras que cualquier persona pueda entender. Cuando hables de la cruz, hazlo de manera que un trabajador, un estudiante, un ama de casa entiendan lo que ya Cristo hizo por ellos. La complejidad puede impresionar mentes, pero la simplicidad bíblica con unción del Espíritu es poderosa.

4. La urgencia bíblica del tiempo presente

La Escritura es muy clara al decirnos que es el tiempo de salvación. 2 Corintios 6:2.

La urgencia no es manipulación psicológica ni emocional, es reconocimiento de realidades bíblicas innegables. La Escritura enseña que nadie tiene conocimiento del mañana ni promesa, Santiago 4:14; el corazón humano tiende a endurecerse cada vez que rechaza la verdad. Hebreos 3:7-8. Satanás trabaja para arrebatar la semilla del evangelio antes de que germine, Marcos 4:15.

Presentemos cada oportunidad como urgente, pero con amor; la motivación correcta no es el miedo al infierno sino el amor de Cristo. La urgencia también se aplica a nosotros al anunciar el evangelio; cada día que pasa sin predicar a Cristo es un día perdido para alguien por la eternidad. La urgencia no justifica métodos carnales.

5. Uso efectivo de las Escrituras en el evangelismo

La palabra de Dios tiene un poder que ningún argumento humano tiene. Algunos cometen el error de usar la Biblia como referencia en lugar de permitir que esta sea la que obre.

Es más poderoso leer un versículo que parafrasear su contenido. Hay una autoridad sobrenatural que acompaña la palabra de Dios. Es crucial conocer la palabra y saber versículos en la predicación del evangelio. En lugar de decir versículos bíblicos constantemente, también puedes introducir versículos de manera conversacional.

Siempre lleva una Biblia física, no solo referencias mentales; esto ayuda a la persona a ver que no estás inventando o interpretando, sino mostrando lo que Dios ha declarado. No necesitas ser un erudito bíblico para usar efectivamente la Biblia en el evangelismo. Conocer unos versículos clave es mucho más valioso que conocer muchos superficialmente. La unción del Espíritu Santo sobre versículos simples produce mucho fruto.

6. La importancia del testimonio personal

No hay argumento más poderoso que una vida transformada. Muchas personas pueden debatir teología, cuestionar doctrina o resistir argumentos, pero no pueden negar el poder de un testimonio genuino de transformación. Tu testimonio personal es el arma evangelista más poderosa que posees porque es tu historia, pues nadie puede contradecir lo que Cristo ha hecho en tu vida.

Adapta tu testimonio a tu audiencia; enfatiza cómo Cristo restauró tus relaciones. El mismo testimonio puede tener distintos énfasis según las necesidades de quien lo escucha. Lo que importa no es cuán espectacular era tu pecado, sino cuán real es tu transformación.

Un testimonio humilde y verdadero tiene más poder que uno que pareciera perfecto; sé honesto. El objetivo no es impresionar sino conectar corazones.

7. La persistencia en oración y seguimiento

No termina con una presentación del evangelio; requiere oración constante, antes, durante y posteriormente. Se debe interceder desde antes; así preparamos el terreno espiritual.

Mantén una lista de personas por las que oras regularmente por su salvación, incluye familiares, amigos, vecinos, compañeros. Jesús nos mandó a hacer discípulos, no solo convertidos; una decisión sin seguimiento adecuado resulta en un aborto espiritual. No hay que darse por vencido con aquellos que rechazan el evangelio; algunos de los más fieles han sido los que rechazaron múltiples veces.

La oración de seguimiento también incluye interceder por el crecimiento espiritual de aquellos que ya han sido salvos. Establece conexión con los nuevos convertidos: llamadas, mensajes.

Cada uno de estos elementos no está reservado a evangelistas o predicadores famosos; puede ser aplicado por cualquier creyente en cualquier situación. El llamado al evangelismo no es opcional a ningún seguidor de Cristo; la gran comisión fue dada a toda la iglesia.

Saludos,

Jonás Fernández